domingo, 28 de agosto de 2011

...viene el protocolo


...veamos si puedo publicarlo más o menos bien. Después de todo, es un copy+paste del word con algunas imágenes para hacerlo más amable y, obvio, el blogger le hace lo que mejor se le ocurre a los formatos.

Se aceptan sugerencias y ampliaciones sobre el contenido (que está creciendo). Poco a poco subiré más datos. Si alguien sabe de estudios sobre la sátira, bienvenidos sean..

1. TÍTULO

Diseño conceptual y editorial del libro Bibliofilias y Bibliomanías, una sátira para evidenciar conductas hacia los libros en México.

2. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA

Durante toda mi vida, el convivir con libros siempre fue positivo. El contacto con las bibliotecas familiares y en las escuelas fue de libre acceso; las restricciones no producían grandes molestias pues el “no tocar” iba con una buena explicación y siempre se podía violar reglas cuando nadie me veía. Era un habitante natural de las bibliotecas y pensé que eso era lo normal. Pensé que las restricciones nunca me preocuparían hasta que me encontré con extrañeza un servicio tan restrictivo; era la primera vez que para elegir un texto, no debía tocarlo: los libros tenían que ser seleccionados desde detrás de un cristal, a varios metros de distancia.

Al observar durante varios días el lugar, descubrí que todos los usuarios de esta biblioteca son descuidados con el material que resguarda: toman con rudeza los ejemplares, los desacomodan, los marcan, se los llevan y manejan sin ningún registro… Estas eran las razones por las que los directivos, a quienes acusé de represores del conocimiento, en verdad estaban preocupados por la conservación de los libros. Desde esta perspectiva, está bien encerrar los libros.

Sin embargo, en otra biblioteca que ha permanecido años cerrada por cuestiones administrativas, se advierte que por su olvido y confianza en sus candados, ha sido saqueada. Un joven confesó su robo justificándolo: “de enmohecerse en la bodega, está mejor conmigo”. Viendo el libro maltrecho, exprimido entre sus manos como un periódico viejo, puedo advertir que lo ha leído más de una vez, pero lo ha dejado inservible al mismo tiempo que lo alejó de otros posibles lectores. Obsérvese que el usuario no denominó al espacio en donde guardan libros “biblioteca”. Encerrar libros no es hacer una biblioteca, es tener una bodega, un museo.

Si recorriésemos los distintos espacios en donde hombres y libros coexisten -librerías, escuelas, bibliotecas, ferias del libro, editoriales, mercado de pulgas…- descubriríamos muchas conductas que son calificadas como positivas y negativas. Ante la presencia de estas conductas, me pareció interesante la relación de las personas con el libro.

Desde que el libro surgió –en Europa con la Biblia de 42 líneas de Gutenberg en 1545; en México con el Manuale sacramentorum de Juan Pablos en 1560 (De la Torre, 2009; Svend, 2006)-, incluso antes de recibir su nombre, ya era símbolo de poder y conocimiento. Hacer libros es lucrativo y conocer sus secretos de manufactura también lo es. Los libros se convirtieron en una exitosa mercancía porque comprarlos, se hizo adicción para algunos y necesidad para el resto. Los libros se han comprado, robado guardado, reparado y abandonado desde sus orígenes. Es un producto que posee valores tan cambiantes y con tanta empuje en las personas no se olvidan acontecimientos como la destrucción de la biblioteca de Alejandría, la censura de la Inquisición, los escándalos de los libros de izquierda, el fantasioso pero imprescindible escrutinio a la biblioteca de Alonso Quijano, la revolución religiosa que conllevó la Reforma Luterana y recientemente, el auge mercadológico que tuvo la saga de Harry Potter de la escritora británica J.K. Rowling.

Desde un ámbito formal, los libros son objetos funcionales con un uso específico: son dos tapas que unifican un contenido impreso en hojas. Más allá de estas características formales, la relación que las personas tienen con él se dispara en múltiples opciones: hay ciertas conductas que son consideradas como positivas -como divulgarlos, venderlos, distribuirlos, hacerlos…- y otras negativas -quemarlos, censurarlos, mutilarlos, mal diseñarlos, esconderlos, prohibirlos…

Todas estas conductas sociales obedecen a patrones motivacionales, es decir, a estímulos positivos para la psique humana, y crean actitudes que sin que nos demos cuenta, se consolidan como hábitos (Frondozi, R., 1994). En otras palabras, proceder de cierta manera -por ejemplo, comprar más libros de los que se es capaz de leer- para alcanzar ciertos fines -nutrir una biblioteca-, hace que tomemos una actitud -de comprador compulsivo- que nos forma un hábito del cual no nos podemos desprender -adquirir libros innecesarios a precios inaccesibles que jamás leeremos.

Una buena cultura del libro debe estar enfocada en el desarrollo de sus potencialidades, en hacerlo libre como instrumento de conocimiento. Un libro y su contenido no deberían padecer el olvido ante cualquier resguardo por razones tan loables como lo es el cuidado excesivo, o banales como el simple celo. El libro debe llegar a todo aquél que desee su conocimiento. Más allá de una promoción a la lectura, me gustaría promocionar el buen uso del libro advirtiendo los hábitos que tenemos con ellos con los que, sin darnos cuenta, limitamos el conocimiento.

Todas las personas que tenemos cercanía con los libros, tenemos de una u otra manera,conductas hacia los libros que pueden ser justificadas ante los demás: el joven que hurtó un libro, considera que lo “ha rescatado” del mal del olvido y la voracidad de la humedad, el comprador compulsivo moviliza la industria editorial con sus adquisiciones y yo misma, al romper las reglas y sacar libros escondidos en una biblioteca familiar, lo hice con mi estandarte de “libre conocimiento”. La balanza danza entre una postura y otra: hay que leer libros, pero no todos; necesitamos producir libros, pero no de todo; la gente debe comprar libros, pero no para no leerlos; publicar muchos textos, pero no para llenar bodegas.

Distinguiendo entre lo ético -el estudio de la virtud, la felicidad, el deber y el buen vivir- y la moral -la manera en que nosotros procedemos por costumbre-, las acciones que obstaculizan la libertad con los libros pertenecen a las maneras en cómo decimos actuar hacia ellos. La educación cumple una parte importante, pero también lo es el criterio que se ha forjado el sujeto. ¿Cómo, entonces, propiciar un cambio de conducta que eduque a nuestra sociedad llena de actitudes morales egocéntricas? Para ello se propone abordar el tema desde el discurso de la sátira.

La sátira es un género lírico que se caracteriza por utilizar emplear el humor para ridiculizar los defectos sociales o individuales con el objetivo de producir una mejora. El discurso satírico, empleado desde los inicios de la literatura occidental, funcionó a los poetas como medio para evidenciar las conductas que consideraban impropias de las personas. El género evolucionó y se adaptó a las culturas y recursos de distintos países. Hoy en día, la sátira continua siendo parte de las herramientas de transmisión de conocimiento para muchas personas. Por su naturaleza didáctica, es accesible y su mensaje es fácilmente transmitido a los receptores.

Para esta investigación, se conceptualizará el diseño editorial y textual de un libro donde por medio del discurso satírico, se espera que los lectores tengan una lectura reflexiva acerca del problema de la cultura del libro en México.

3. OBJETIVOS Y METAS

Objetivo general

* Diseñar y conceptualizar un libro para el público general a partir de 15 años de corte satírico para evidenciar determinadas conductas hacia la cultura del libro en México.

Objetivos particulares

* Analizar el discurso satírico en la literatura con sus características generales y particulares en México.* Identificar, organizar y describir las conductas que se desean cambiar de la cultura del libro en México.
* Facilitar la lectura analítica a través de un producto editorial.
* Diseñar un libro que promueva la lectura reflexiva.

4. ANTECEDENTES DEL PROBLEMA

La sátira es un género literario antiguo que comenzó como un elemento accesorio y alejado del discurso central en epigramas y epitafios. Estos textos tienen la característica de ser breves e incisivos en su intención verdadera. Los autores, encontraron divertido y mordaz hacer comentarios sarcásticos sobre ediciones, textos o escuelas, por lo que los epigramas se hicieron más extensos.

La poesía yámbica, ofrece múltiples ejemplos de cómo la sátira incursionó e impactó en la cultura griega. Los autores denunciaban por medio de la burla y la ironía, pero fue en durante el Imperio Romano que alcanzó su máxima expresión. Los mismos poetas romanos declaraban que “satura quidem totra nostra es” -al menos la sátira es toda nuestra en Institutiones oratoriae, Décimo Junio Juvenal, 10.1.95- y establecieron cánones en locuciones y expresiones que hoy en día manejamos comúnmente para ejemplificar la sátira.

El género se desarrolló en toda Europa con la novela costumbrista en Inglaterra. En Italia, Francia, Alemania y Holanda también tuvieron autores que, por medio de la sátira, ridiculizaban la conducta de religiosos, políticos y gente del pueblo por igual. En España, la novela picaresca explotó la sátira. En México se contó con el peridismo satírico que se ve claramente reflejado en El Pensador Mexicano de 1812 a cargo de Joaquín Fernández y las obras literarias de Pablo Villarencio, Luis Espino y Rafael Dávila.

Criticar la conducta de los demás generaba inquietudes, por lo que muchos textos satíricos fueron censurados o conservados en secreto en bibliotecas privadas a las que muy pocas personas tenían acceso a ellos. Otros incluso permanecen en el anonimato ante el temor que tenían los autores a la persecución y la censura.


Existen y se conservan textos que hoy por hoy son considerados valiosos por el uso magistral de figuras literarias -reducción, hipérbole, yuxtaposición, parodia- y evidencian la sagacidad e ingenio de sus autores. Basta con mencionar al Decameron –del italiano Giovanni Boccacio de 1351-, Don Quijote de la Mancha –del español Miguel de Cervantes, escrita su primera parte 1605 y la segunda en 1615- o Un mundo feliz –del inglés Aldus Huxley de 1932. Algunas de estas obras, se dieron a conocer en versiones ilustradas que se han conformado como una unidad al texto. Tal es el caso de El Elogio de la Estulticia del holandés Erasmo de Rotterdam –publicado en 1511- con xilografías de Hans Holbein el Joven, o las novelas de Gargantúa y Pantagruel del francés François Rabelais -1532 y 1533 respectivamente- que fueron ilustradas por Gustave Doré en 1873.

La sátira en todos estos libros significó para sus autores un medio de evidenciar conductas y actitudes por parte de la sociedad siendo protegidos ante el amparo de la creación literaria. Aunque ellos eran autores, sus personajes tenían una voz impertinente que se atrevía a decir lo que el autor no podía hacer de frente.

Los discursos satíricos se consideran expositivos por el acercamiento a los problemas, pero didácticos en la utilización de estos. Los lectores, conforme se adentran en las historias, advierten que lo que comenzó como un simple discurso cómico, se ha transformado en una lección de vida, en un cambio de conductas y actitudes.

5. PROPOSICIÓN O HIPÓTESIS

Evidenciando conductas negativas hacia el libro por medio de un libro satírico, se producirá una lectura reflexiva en los receptores.

6. ESTRATEGIAS DE PRODUCCIÓN Y PERSPECTIVAS TÓRICO-METODOLÓGICAS* Analizar y caracterizar el discurso satírico de manera general y enfocada a la sátira empleada en México.

* Documentar trabajos editoriales satíricos que unan texto e imagen de creación reciente.
* Organizar y crear una tipología de las conductas consideradas como negativas en torno a la cultura del libro

* Conceptualizar un producto editorial que en su totalidad, sea un representante satírico de las conductas hacia el libro.

* Proponer el diseño editorial del libro Bibliofilas y Bibliomanías. Crear una maqueta para revisar su funcionalidad.

7. ESTRUCTURA CONCEPTUAL

· Sátir/Humor/Caricatura

· Figuras retóricas (hipérbole, reducción, yuxtaposición, parodia)

· Conducta

· Ética y Moral

· Libro

· Libro juvenil

1 comentario:

Unknown dijo...

¡Me gusta! ¡Mucho que comentar! Pero ooojo, una bodega no es sinónimo de "museo" (grrrr)