domingo, 30 de septiembre de 2012

...comienzo a ver un sendero...

...que siempre estuvo frente a mí, lo encuentro tan atractivo y con un saborcito sensualón. Ahora, hasta el tema de tesis se quiere cambiar...


" Desde que era pequeña, los libros me gustaron. Recuerdo que cuando iba a las fiestas de cumpleaños en casa de mis anfitriones, me alejaba del grupo de niños y prefería curiosear en los estantes de las salas o esas pilas de papel que se acumulaban en las esquinas menos usadas de las mesas y los muebles. Tuxtepec para entonces comenzaba a dejar de ser pueblo y eso de leer en vez de platicar, era cosa de gente rara. Todavía iba en la primaria cuando mama Fuyo, matrona del barrio, me preguntó que por qué no iba con los demás a jugar. Le dije que me gustaban los libros y ella sólo lanzó ese “¡ah!” que parece no querer continuar con el asunto. Poco leía de esos estantes desordenados en donde convivían por igual libros, catálogos de avón, fotografías, revistas, tesis, volantes, misales y cómics. Como muchos de los temas me eran desconocidos, sólo sacaba las publicaciones para hojearlos y ojearlos. Hacerlo me entretenía más que “las traes” de la primaria o “la botella” en la secundaria.

En casa los libros siempre estuvieron en bonitos estantes porque a mis padres les gustaba el orden. Recuerdo tardes enteras pasando hojas a los libros y redibujando sus ilustraciones.


Cuando comencé a leer con otros ojos esos montones de los textos impresos, se abrió un nuevo universo del que quedé enamorada. Desde entonces no he dejado de leer. Mi amor por los estantes y las pilas de publicaciones (ordenadas o desordenadas; empolvadas o sacudidas), sigue siendo tan atrayente que siempre termino por interrumpir lo que tengo que hacer para curiosear.

De mi carrera en donde los libros obtuvieron más contenido que forma, brinqué a la Especialidad en Diseño Editorial convencida que, su forma también era hermosa y en este posgrado podría seguir alimentando mi gusto. En la primera clase, el primer tema fue definir lo que era un libro. Sin embargo, las definiciones que salieron de los diseñadores, nominaban un objeto que no conocía.

De repente, estuve confundida. Un libro es una compilación, pero también una selección o un fragmento, es el contenedor de una idea (definida o no), pero también es un objeto. Éste puede tener (o no) letras en un soporte que pueden no ser hojas de papel que igualmente, pueden o no estar unidas. Los libros pueden verse como objetos táctiles, pero también pueden ser para ver, para oír o incluso oler. Los libros se publican, hacen colecciones o quedan en el olvido como inéditos; se registran y plagian, se imprimen o se leen en pantalla. Un libro puede leerse en orden, desorden o solo consultarse; también puede comprarse, alquilarse, prestarse, heredarse o robarse. Son fobia y son filia; adorno, lujo y vergüenza. Educan, entretienen y hasta son escondite. Un libro puede tener las 49 páginas que declara la UNESCO (A book is a non-periodical printed publication of at least 49 pages, exclusive of the cover pages, published in the country and made available to the public) o ser tan técnicamente correcto como indica la RAE ("conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen"); puede ser el resultado de una evolución histórica como dicen Lucien Febvre (2005) o puede definirse según la época y la cultura como dice Svend Dhal (2006).

Sí: un libro es un libro..." 


Y sin embargo yo estoy tan confundida con ellos... No me los explico y me encantan. 

[creo estoy enamorada...]



1 comentario:

Anónimo dijo...

Ojalá que el gusto de leerte sea más frecuente