...me llena de orgullo ver los resultados positivos. Aunque podría hablar de muchos de ellos, en especial quiero mencionar en diseño de los manuales para las materias de que imparto en la Escuela de Bachilleres Gestalt. Desde hace ya cinco años -¡zaz!- Estoy a cargo de las materias de Literatura y Taller de Lectura y Redacción (aunque ha habido recesos y subidones). Como docente de una escuela "poco convencional" bajo un perfil creativo/constructuvista/gestse nos pidió que las evidencias en clases estuvieran compiladas, ordenadas en una suerte de "bitácora de trabajo" que el alumno construyera poco a poco, siempre con énfasis en el diseño.
Busqué varias formas de hacer manuales, desde las más experimentales hasta las más tradicionales y, aunque es un proyecto que se reinventa cada generación, estoy muy contenta con los resultados. Mis alumnos crean un libro con ayuda de sus carpetas en donde organizan la clase por capítulos y registran conceptos, actividades y tareas. Al final del semestre, decoran el exterior y obtienen un bello recuerdo de la materia con el cual -la mayoría de las veces-, tienen un apego especial porque... ¡lo hicieron ellos!
En el proceso creativo, los estudiantes descubren conforme redactan los contenidos las partes básicas de un libro, su organización e importancia de la toma de decisiones. Por ejemplo: un trabajo de gran tamaño se verá hermoso, pero no cabe en el formato portable; trabajar un día sí y un día no conlleva generar huecos en la información; agregar materiales sin cuidado, hace que se piedan o no tengan unidad... Cuando los estudiantes descubren con maravilla que el diseño editorial permite navegar en la información con lo justo y preciso, el mundo se abre: las limitantes son retos para explorar.
Aunque no todos tienen esa experiencia, confío en que no ven de igual forma los libros. Saben que hacer libros son una tarea que requiere tiempo y orden.
Con los años frente a grupo, agradezco la oportunidad de tener casos muy diferentes entre sí. Están los perfeccionistas, los que son inseguros y prefieren las estructuras, los inquietos, los exploradores, los ecológicos, los alternativos, los flojos... Todas sus personalidades permiten infinidad de posibilidades para describir un tema general como los tipos de sílabas o las partes del teatro escrito. Me encanta leer sus textos, ver sus ilustraciones, advertir cómo se apropian del contenido y lo traducen en imágenes. Aunque tenga estudiantes apáticos, con problemas de atención, de lenguaje, ortográficos, incluso con limitantes para el manejo de los instrumentos de escritura, aprendo mucho de ellos.
Al final del semestre, cuando revisamos el trabajo hecho, verlos mostrar con orgullo sus manuales, me hace sentir celos por su pasión. Siempre quiero hacer un manual, pero me doy cuenta que he hecho tantos con ellos que no tengo más tiempo que el de acompañerlos en su odisea creativa. No cambiaría mi pepel en esa historia que cierra con la frase de oro: "¡Excelente trabajo, chicos! ¡Felicidades!"
En busca de la tranquilidad.
Hace 1 día